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Alabado sea Dios.
,Lo mejor para el peregrino en este día trascendental es esforzarse en la súplica e implorarle a Dios, glorificado y exaltado sea, levantando sus manos, porque el Mensajero (que las bendiciones y la paz de Dios estén con él) se esforzó mucho en la súplica y en la imploración en este día hasta que atardeció. Él hizo eso después de rezar las oraciones del mediodía y de la tarde juntas en el valle de ‘Arnah, luego fue a la planicie y se quedó allí junto a las rocas y a la montaña de las súplicas, que es llamada Jabal Ilál. Él se esforzó mucho en la súplica y en rememorar a Dios, levantando sus manos, mirando hacia La Meca, encima de su camello. Dios, glorificado y exaltado sea, ha prescrito a sus siervos que deben ofrecer la súplica, con humildad y en privado, humillándose ante Dios, glorificado y exaltado sea, con esperanza y con temor. Este es uno de los mejores lugares y momentos para la súplica, porque Dios, exaltado sea, dijo (traducción del significado):
“Invocad a vuestro Señor con humildad y en secreto”(al-A’raf 7:55) y “Y ten presente a tu Señor en tu corazón”(al-A‘raf 7:205).
Y en las dos colecciones de reportes más auténticos se ha registrado que Abu Musa al-Ash’ari (que Dios esté complacido con él) dijo que el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “O gente, tengan calma, porque no están invocando a Aquel que es sordo o ausente; más bien están invocando a Aquel que lo escucha Todo y lo ve Todo. Aquel a quien ustedes invocan está más cerca de uno de ustedes que el cuello de su montura”. Dios, exaltado y glorificado sea, elogió a Zakaryya (que la paz esté con él) por eso, cuando dijo (traducción del significado):
“Esto es un recuerdo de la misericordia que tuvo tu Señor con Su siervo Zacarías, cuando invocó a su Señor en secreto.”(Mariam 19:2-3).
Y Dios, glorificado y exaltado sea, dijo (traducción del significado):
“Vuestro Señor dice: Invocadme, que responderé [vuestras súplicas]. Por cierto que quienes se ensoberbecen y se niegan a adorarme, ingresarán al Infierno humillados.” (Gáfir, 40:60).
Existen muchos versos y reportes que nos instan a recordar a Dios y a invocarlo. En esta ocasión en particular naturalmente está prescrito recordarlo abundantemente e invocarlo, dedicarle la adoración únicamente a Él con la mente concentrada, con esperanza y temor. Está prescrito elevar la voz al recitar este recuerdo de Dios, la súplica y con el canto del peregrino, como el Profeta (que las bendiciones y la paz de Dios estén con él) y sus compañeros (que Dios esté complacido con ellos) lo hicieron. Se registró de él (que las bendiciones y la paz de Dios estén con él) que dijo ese día: “Lo mejor de la súplica es la súplica en el día de ‘Arafah, y lo mejor que los profetas de antaño y yo dijimos fue: “Lá iláha illa Allahu wáhdahu la sharika lah, láhu al-mulku wa láhu al-hámd, wa húwa ‘ala kulli shái’in Qadír” (No hay más divinidad que Dios, solo y sin asociados, Suya es toda soberanía, alabado sea Él, y Él tiene el poder sobre todas las cosas)”.
Pero con respecto a una súplica comunitaria, no sabemos de ningún fundamento para esto, y para estar seguros es mejor no hacerlo porque no se ha registrado del Profeta (que las bendiciones y la paz de Dios estén con él) ni de sus compañeros (que Dios esté complacido con ellos), hasta donde sabemos.
Si un musulmán dice la súplica entre un grupo de personas, y ellos responden “amín” a su súplica, no hay nada de malo en eso, como en el caso de la súplica de al-qunut, o la súplica sobre la finalización del Corán (játm al-qur’án), la súplica para la lluvia, y otras.
Pero sobre reunirse en el día de ‘Arafah, en ‘Arafah o en otro lugar, no existe fundamento para eso en ningún reporte del Profeta (que las bendiciones y la paz de Dios estén con él). Y el Profeta (que las bendiciones y la paz de Dios estén con él) dijo: “Quienquiera que realice una acción que no es parte de este, nuestro asunto (el Islam), le será rechazado”. Registrado por Muslim en su Sahih. Y Dios es la fuente de toda fuerza”.
Fin de la cita de Majmu’ Fatáwa ash-Sháij Ibn Baaz (17/272).