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Mi lengua madre es el inglés y estoy tratando de aprender árabe, in sha Al-lah. Cuando, alhamdu lil-lah, abracé el Islam memoricé Surah Al Fatihah de una transliteración del árabe. Este otoño comencé a estudiar más sobre el salah (rezo) y, en un libro de Fiqh leí que, si uno omite o pronuncia mal una letra o vocal de Al Fatihah en el salah, su recitación es inválida. Cuando vi eso me preocupé mucho porque, a pesar de que estoy estudiando árabe, hay algunas letras que aún no puedo pronunciar para nada, y algunas que apenas lo logro. Empecé a escuchar una grabación de la Surah y amo escucharla así, pero me siento frustrada porque mi recitación es muy pobre comparada con la del Qari. Desde que leí esa regla me pongo muy nerviosa cuando recito Al Fatihah en el salah y, en vez de concentrarme en el significado, pienso solamente en lo mala que es mi pronunciación. Cuando me escucho a mí misma pronunciando mal alguna letra, vuelvo para atrás en el versículo para intentar pronunciarla bien. Pero ocurre que, o cometo el mismo error nuevamente, ¡o alguno nuevo! A menudo me encuentro recitando Al Fatihah más de una vez o un versículo más de una vez porque me preocupa que mi oración no sea aceptada al no poder pronunciarla correctamente. Me pongo tan nerviosa que a veces pronuncio mal algunas letras que ya sé decir bien. ¿Qué debo hacer? Que Al-lah les recompense por cualquier ayuda que me puedan brindar.
Alabado sea Dios.
Recitar Surah Al Fatihah es un pilar esencial del rezo –de acuerdo con la postura correcta de los sabios– y es obligatorio para el imam que lo dirige, para quienes lo siguen y para quien reza solo.
Se narró de parte de Abu Hurairah que el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Quien ofrezca una oración en la cual no recite Umm Al Kitab (es decir, Al Fatihah), es defectuosa” –y lo repitió tres veces–. Alguien le preguntó a Abu Hurairah: “¿Y si estamos detrás del imam?”. Él dijo: “Recítenla ustedes, ya que escuché al Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, decir: ‘Al-lah dijo: He dividido el rezo entre Mí y Mi siervo en dos mitades, y Mi siervo tendrá aquello que pide’. Cuando dice: ‘Alhamdu lil-lahi Rabbi al ‘alamin’ (todas las alabanzas y gracias son para Al-lah, Señor del ‘Alam [la humanidad, los yinn y todo lo que existe]), Al-lah dice: ‘Mi siervo Me ha alabado’.
Y cuando dice: ‘Ar-Rahman Ar-Rahim’ (el más Clemente, el más Misericordioso); Al-lah, Altísimo, dice: ‘Mi siervo Me ha ensalzado’.
Y cuando dice: ‘Maliki iaum id-din’ (Único Dueño [y Único Juez] del Día de la Recompensa [es decir, el Día de la Resurrección])’; Al-lah dice: ‘Mi siervo Me ha glorificado’ –en otra ocasión Él dijo: ‘Mi siervo se ha sometido a Mi poder’–.
Y cuando dice: ‘i-iaka na’budu ua i-iaka nasta’in’ (solo a Ti adoramos, y solo a Ti pedimos ayuda [por todo asunto]); Él dice: ‘Esto es entre Mi siervo y Yo, y Mi siervo tendrá aquello que pide’.
Y cuando dice ‘Ihdinas-siratal mustaqin, sirat al-ladhina an’amta ‘alaihim gairil-magdubi ‘alaihim ua lad-dal-lin’ (guíanos al camino correcto. El camino de aquellos a quienes has agraciado, no el de aquellos que ganaron Tu ira, ni el de los extraviados)’; Él dice: ‘Esto es para Mi siervo, y Mi siervo tendrá aquello que me ha pedido’” (narrado por Muslim).
Entonces, el orante debe recitar Surah Al Fatihah adecuadamente en árabe, porque es una orden hacerlo tal como fue revelada.
Aquel que está imposibilitado de pronunciar la Surah adecuadamente por algún defecto en su lengua o por no ser un hablante nativo del árabe, debe intentar corregir su pronunciación tanto como le sea posible
Si no puede, está exento de tal obligación, porque Al-lah no carga a nadie más allá de lo que puede soportar. Al-lah dice (lo que en español se interpreta así): {Al-lah no exige a nadie por encima de sus posibilidades} [Corán 2:286].
Si alguien no puede recitar Al Fatihah o no puede aprenderla, o si ha abrazado el Islam hace poco y llega la hora de la oración y no tiene tiempo para aprenderla, tiene una salida en el siguiente hadiz:
Fue narrado que ‘Abdal-lah Ibn Abi Aufa dijo: “Acudió un hombre a ver al Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y le dijo: ‘Oh, Mensajero de Al-lah, enséñame algo del Corán que me sea suficiente, ya que no puedo leer’. Él dijo: ‘Di “Subhan Al-lah wa Al-hamdu lil-lah wa la ilaha il-la Al-lah wa Al-lahu akbar wa la haula wa la quata il-la Bil-lah (Glorificado sea Al-lah, Alabado sea Al-lah, no hay dios excepto Al-lah y Al-lah es el más Grande, no hay poder ni fuerza excepto con Al-lah)’. El hombre hizo un gesto con la mano (como si agarrara algo y como si hubiera aprendido mucho), y dijo: ‘Esto es para mi Señor, ¿qué hay para mí?’. Él respondió: ‘Di “Al-lahumma igfir li warhamni wahdini warzuqni wa ‘afini’ (Oh, Al-lah, perdóname, ten misericordia de mí, guíame y dame buena provisión y salud]. El hombre hizo otro gesto con su otra mano y se paró” (narrado por An-Nasa’i, 924; Abu Dawud, 832. Su isnad fue calificado como yaied por Al Mundhiri en At-Targuib wa At-Tarhib, 2/430. Al Hafidh Ibn Hayar indicó que es hasan en At-Taljis Al Habir, 1/236).
Ibn Qudamah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo: “Si la persona no sabe nada del Corán y no puede aprenderlo antes de que pase el horario del rezo, entonces debe decir Subhan Al-lah wa Alhamdu lil-lah, wa la ilaha il-la Al-lah wa Al-lahu akbar wa la haula wa la quwata il-la Bil-lah (Glorificado sea Al-lah, Alabado sea Al-lah, no hay dios excepto Al-lah y Al-lah es el más Grande, no hay poder ni fuerza excepto con Al-lah), porque Abu Dawud narró… [N del T: se repite el mismo hadiz de arriba]. Pero no debe decir más que las primeras cinco frases, porque el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, solo dijo eso, y solo le dijo más al hombre cuando pidió más”.
Pero si la persona puede recitar solo una parte de Al Fatihah, debe recitar lo que sepa y debe repetir aquello que pueda decir bien (para que el total que recite sean siete versículos, equivalentes a la cantidad en Al Fatihah).
Ibn Qudamah dijo: “Sería suficiente con que dijera Alhamdu lil-lah (Alabado sea Al-lah), la ilaha il-la Al-lah (no hay dios excepto Al-lah) y Al-lahu akbar (Al-lah es el Más grande), porque el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: ‘Aquello que sepan del Corán, recítenlo; si no, alaben a Al-lah, proclamen Su Unicidad y magnifíquenlo’” (narrado por Abu Dawud; Al Mugni, 1/289, 290).
Lo que ha leído sobre que la oración es inválida si el orante pronuncia mal una sola letra de Al Fatihah, no debe ser tomado como algo general. No todo error en la Surah invalida el rezo; no puede ser invalidada a menos que falte algo del capítulo, o si la pronunciación cambia de forma tal que cambia el sentido. Adicionalmente, esta norma sobre lo que invalida el rezo se aplica a aquellos que pueden recitar Al Fatihah adecuadamente o los que pueden aprenderla, pero no lo hacen.
En cuanto a los que no pueden, deben recitarla de la mejor manera posible, y eso no los afecta, porque Al-lah no carga a un alma más allá de lo que puede soportar. Uno de los principios básicos establecidos por los sabios es que nada es obligatorio cuando la persona no puede realizarlo (ver Al Mugni, 2/154).
En este caso, la persona debe recitar Al Fatihah de la mejor forma que pueda, y luego glorificar a Al-lah, alabarlo, magnificarlo y proclamar Su Unicidad (diciendo Subhan Al-lah wal hamdu lil-lah wa Al-lahu akbar wa la ilaha il-la Al-lah), para que eso compense lo que no dijo de Al Fatihah (ver Al Maymu’, 3/375).
Le preguntaron al Sheij al Islam Ibn Taimiah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia: “¿Es válida la oración del que pronuncia mal Al Fatihah?
Respondió: “Si la persona pronuncia mal Al Fatihah pero no distorsiona el sentido, su oración es válida, ya sea que esté dirigiendo a otros en el rezo o rezando solo.
Pero en relación a la mala pronunciación que cambia el sentido, si la persona sabe el significado de las palabras, como si dijera ‘Sirat al-ladhina an’amtu ‘alaihim’ (el camino de aquellos a quienes he agraciado) en vez de la versión correcta ‘an’amta’ (… a quienes Tú has agraciado), y es consciente de que esa palabra es errónea, entonces su rezo no es válido. Pero si no está al tanto de que está modificando el sentido, y piensa que eso es la segunda persona singular en vez de la primera, entonces hay diferencia de opiniones entre los eruditos al respecto. Y Al-lah sabe más” (Maymu’ Al Fatawa, 22/443).
También le preguntaron sobre cuando una persona termina una palabra en “i” cuando debe terminar en “a” al rezar (o si la hace genitiva cuando debería ser acusativa).
Respondió: “Si está consciente de lo que hace y lo hace a propósito, entonces su oración es inválida, porque está jugando en su rezo. Pero si no lo sabe, entonces no es inválida de acuerdo a una de las posturas de los ruditos al respecto” (Maymu’ Al Fatawa, 22/444).
Entonces, usted debe esforzarte y seguir practicando. Puede hacerlo recitando la Surah a otra hermana musulmana que la sepa y escuchando suras de recitadores expertos en grabaciones o transmisiones.
No hay necesidad de sentirse nerviosa o ansiosa porque Al-lah sabe lo que hay en los corazones de las personas, y sabe quién está esforzándose y quién es holgazán y desobediente.
La dificultad que encuentra al recitar el Corán incrementará sus hasanat (buenas obras) y sus recompensas. Se narró que A’ishah, que Al-lah esté complacido con ella, dijo: “El Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: ‘Aquel que tiene habilidad para leer el Corán estará entre los nobles y obedientes escribas (es decir, los ángeles); y el que tiene dificultad para leerlo porque le cuesta tendrá dos recompensas’” (narrado por Muslim, 798).
An-Nawawi, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo: “El que tiene dificultad recitando es el que duda al hacerlo porque no puede memorizarla bien. Tendrá dos recompensas: la de recitar y la que corresponde a su esfuerzo por hacerlo”.
No hay necesidad de pronunciar los versículos más de una vez, dado que eso no es lo que enseñó o hizo el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él. Por el contrario, eso abre las puertas a los waswas (susurros del Shaitán), nos distrae de la oración, nos hace perder el foco, nos impide reflexionar sobre los versículos, y alegra al Shaitán porque así puede encontrar una forma de hacerle sufrir hasta que eventualmente deje de rezar. Pero Al-lah es el más Clemente y Misericordioso, Él tiene más misericordia con nosotros de la que tenemos con nosotros mismos, y no nos carga con algo más pesado de lo que podemos llevar.
Y Al-lah sabe más.