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¿Cuál es la importancia de la Profecía para la humanidad? ¿Por qué la fe es tan importante en la Profecía?
Alabado sea Dios.
La humanidad necesitó que Dios le enviara profetas y mensajeros surgidos de entre sus propios pueblos, para que les enseñe el camino de la paz y les advierta contra los caminos del mal y de la corrupción. Algunas de las razones por las cuales la humanidad claramente necesitó de los profetas y mensajeros, fueron las siguientes:
1 – Para conocer la guía de Dios, glorificado y exaltado sea.
La humanidad ha pasado por períodos donde no recibieron ningún mensajero de Dios por un largo tiempo, y entonces los pueblos cayeron en las trampas de las ilusiones y mitos. Comenzaron a adorar de esta forma a los fenómenos naturales y a los cuerpos celestes, o fabricaron ídolos que no podían ni beneficiarles ni perjudicarles, adorándolos con devoción, temor y esperanza. En consecuencia, estos pueblos eran fácilmente esclavizados y humillados por tiranos y gobernantes que se atribuían ser la encarnación de la divinidad, por ejemplo los faraones del antiguo Egipto. Aun cuando nunca hubo un tiempo en el cual no hubiera al menos un pequeño grupo de personas que se preguntara Quién tenía la soberanía de los cielos y la Tierra y que instintivamente se dieran cuenta que había un Creador del Universo, fallaban en adorarle apropiadamente y en comprender qué es lo que Dios aprueba y lo que Dios reprueba, qué es lo que ordena y qué es lo que prohíbe, porque no tenían contacto con ninguna fuente que pudiera informarles esto. Dios, en Su sabiduría, salvó a la humanidad de su confusión y extravío, bendiciéndola con el conocimiento de Sus divinas cualidades y Sus bellos nombres, y honró a toda la humanidad enviándoles a cada pueblo profetas y mensajeros que los guiaran a tener conciencia del Creador. Dios nos informó en la historia de Noé (traducción del significado):
“Y enviamos a Noé a su pueblo, y les dijo: ¡Oh, pueblo mío! Adorad solamente a Allah, pues no existe otra divinidad salvo Él. Por cierto que temo que [si no creéis en Él] os azote un castigo terrible” (al-A’ráf, 7:59).
Todos los profetas y mensajeros (que la paz y las bendiciones de Allah sean con ellos) trajeron a la humanidad el mismo mensaje: No hay más divinidad que Dios, y solo Él merece ser adorado.
2 – Enseñar al ser humano acerca del Más Allá fue una de las razones por las cuales los mensajeros y profetas fueron enviados, porque si el ser humano no sabe acerca de Dios y del Más Allá, será esclavo de sus deseos, afanándose por acumular bienes materiales hasta que el día que muera se encuentre con el corazón vacío. Si al ser humano no se le recuerda ni advierten sus responsabilidades, se verá tentado de negar incluso que debe responder por sus actos. Dios ha descripto esto cuando dijo (traducción del significado):
“Y dicen [quienes no creen en la Resurrección]: No existe otra vida más que la mundanal, viviremos y moriremos una sola vez, y sólo el transcurso del tiempo es lo que nos hace perecer. Pero en verdad no poseen un conocimiento certero sobre lo que dicen, y no hacen más que conjeturar” (al-Yazíyah, 45:24).
Por lo tanto una de las tareas de los profetas y mensajeros fue establecer una prueba para el Día de la Resurrección, y explicar a la gente que Aquel que creó a la humanidad de la nada es capaz de traerla nuevamente a la vida luego de la muerte, como Dios dijo (traducción del significado):
“Diles [¡Oh, Muhammad!]: Allah es Quien os da la vida y la muerte, y luego el Día indubitable de la Resurrección os congregará [para juzgaros]. Pero la mayoría de los hombres lo ignoran” (al-Yazíyah, 45:26).
En ese Día, la balanza de la justicia se dispondrá sobre todos los asuntos de los seres humanos y se ajustarán las cuentas entre los opresores y sus víctimas. Dios dijo (traducción del significado):
“Y dispondremos la balanza de la justicia [para juzgar a los hombres] el Día del Juicio, y nadie será oprimido. Y todas las obras, aunque sean tan pequeñas como el peso de un grano de mostaza, serán tenidas en cuenta. Ciertamente somos suficientes para ajustar cuentas” (al-Anbiá', 21:47).
Si no fuera por esta rendición de cuentas, que conocemos sólo a través de la Profecía, la vida probablemente no tendría sentido y sería sólo un medio para el desvarío y la dilapidación de todo lo que en ella se nos ha concedido. Tal cosa sería contraria a la sabiduría de Dios, glorificado y exaltado sea.
3 – Satisfacer la necesidad del ser humano de ordenar su vida mediante la religión.
En tanto el ser humano permanece con su naturaleza prístina, con la mente clara y el corazón puro, su necesidad de una religión permanece como una parte intrínseca de su ser, y comprende que debe existir un Ser Superior que lo ha puesto donde está, y hacia el cual debe dirigirse. Este Ser Superior es el Creador del Universo. Surge entonces desde lo profundo se su ser la necesidad de encontrarse con este Creador y ajustar sus actos a Su plan para el Universo y la humanidad, la necesidad de buscar Su ayuda en tiempos de calamidad y angustia, y de pedirle más de Sus bendiciones, tanto en tiempos de facilidad como de dificultad. Esto es a lo que Dios se refirió cuando dijo (traducción del significado):
“Conságrate [¡Oh, Muhammad!] al monoteísmo, que ello es la inclinación natural con la que Allah creó a los hombres. La religión de Allah es inalterable y ésta es la forma de adoración verdadera, pero la mayoría de los hombres lo ignoran” (ar-Rum, 30:30).
De acuerdo a un reporte narrado del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), él dijo: “Todo ser humano nace en el estado natural de mansedumbre y sumisión a Dios, y luego sus padres lo hacen judío, cristiano o zoroastriano”. Consensuado.
¿Cómo podría un ser humano saber cómo adorar a Dios y cómo hacer las cosas que Le complacen y evitar las cosas que Él reprueba, si no hubiera intermediado una Revelación? Debe haber un mensajero entre Dios y Su creación, mediante el cual la humanidad pueda conocer la religión que Dios quiere que sigamos. Este es precisamente el rol de los profetas y mensajeros.
4 – Enseñar la justicia, la cooperación y la convivencia.
Es bien sabido que el ser humano es sociable por naturaleza, y que también tiene deseos y necesidades que no pueden ser logradas excepto cooperando con sus iguales. Por lo tanto queda claro que la humanidad necesita urgentemente regular sus relaciones interpersonales hasta lograr un comportamiento justo y benevolente, y una manera eficiente de resolver conflictos y disputas que eviten la opresión, que protejan los derechos de los débiles y eviten los excesos, los abusos y la injusticia. Dios dijo (traducción del significado):
“Aquellos que son mezquinos e incitan a los hombres a la avaricia. Quien rechace [obedecer a Allah] sepa que Allah prescinde de todas las criaturas, y Él es Opulento, Loable” (al-Hadid, 57:24).
5 – Enseñar el honor y las buenas costumbres.
Es también parte inherente de la naturaleza humana perseguir sus necesidades, aun a riesgo de oprimir y dominar a otros. Por lo tanto el ser humano necesita medidas disuasivas, en la forma de leyes y creencias que lo motiven a adquirir buenas cualidades y costumbres honorables. No hay ninguna fuente mejor para esto que la legislación divina, revelada a los profetas y mensajeros (que la paz y las bendiciones de Allah sean con todos ellos) y entregada por ellos a los pueblos de la humanidad.
6 – Cumplir con la voluntad de Dios.
Es bien sabido que Dios, glorificado y exaltado sea, es justo por sobre todas las cosas. Él recompensa a quien practica el bien y lo favorece, y castiga a quien hace el mal y lo rezaga.
Dios, por Su sabiduría y misericordia, envió a todos Sus mensajeros, desde Adán hasta Muhámmad, (que la paz y las bendiciones de Allah sean con todos ellos), para establecer pruebas claras que permitan distinguir el bien del mal, y que nadie tenga excusas. Dios dijo (traducción del significado):
“Si hubiéramos decretado destruirles con un castigo antes de la llegada de Nuestro Mensajero, hubieran dicho: ¡Oh, Señor nuestro! Si nos hubieras enviado un Mensajero habríamos seguido Tu Mensaje antes de ser humillados [con el castigo] y desdichados para siempre” (Ta-Ha, 20:134).
“A estos Mensajeros enviamos como albriciadores y amonestadores, para que los hombres no tuvieran argumento alguno ante Allah luego de que se les presentasen. Allah es Poderoso, Sabio” (an-Nisá', 4:165).
Dios, que es el Más justo de los jueces, ha decretado que Él no juzgará a ninguna nación hasta que les haya enviado algún mensajero, tal como dijo (traducción del significado):
“Quien siga la guía será en beneficio propio, y quien se descarríe sólo se perjudicará a sí mismo. Nadie cargará con los pecados ajenos. No hemos castigado a ningún pueblo sin antes haberles enviado un Mensajero” (al-Isrá’, 17:15).
Por lo arriba expuesto, queda claro que la humanidad tenía una profunda necesidad de encontrar a estos profetas y mensajeros que vinieron a traernos la palabra de Dios, porque lo que ellos vinieron a traer es el fundamente de la felicidad en este mundo y en el Más Allá para cada ser humano.
Y Allah sabe más.