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Alabado sea Dios.
Efectivamente, algunas tribus judías intentaron asesinar al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) en varias ocasiones, entre ellas las siguientes:
1 – Cuando era un niño. Ibn Sa’d narró en la obra At-Tabaqat, con una cadena de transmisión que se remonta a Ishaq Ibn ‘Abd-Allah, que cuando la madre del Profeta Muhámmad, Ámina, le entregó a su hijo a una mujer de la tribu de Sa’di para que lo amamantara, le dijo: “Mantenlo seguro”. Esta nodriza, llamada Halimah As-Sa’díyah, se encontró con una tribu judía, a la cual le comentó del hijo que tenía. Les contó toda una historia acerca de cómo lo había dado a luz, y repitió la historia que le había contado su madre. Sin embargo, algunos de ellos intentaron agredirles, por razones que no están claras, y le preguntaron: “¿El niño es huérfano (significando esto que si hubiera sido huérfano lo habrían matado)?”, a lo que ella respondió: “Por supuesto que no, él es su padre y yo soy su madre”. Cuando Halimah se reunió nuevamente con Ámina, le entregó al niño y le confesó: “Casi pierdo al niño que me has confiado”. Este reporte es mursal, pero sus narradores son confiables.
2 – Algunos judíos intentaron asesinarlo después de la batalla de Badr. La tribu judía de Banu al-Nadir envió a treinta de sus integrantes, con un mensaje para los musulmanes: “Te enviamos a treinta de nuestros rabinos para reunirse contigo en tal y tal lugar, a mitad de camino entre vosotros y nosotros, para que ellos puedan escucharte. Si ellos creen en tu misión profética, entonces todos nosotros creeremos”. Sin embargo los musulmanes respondieron: “¿Cómo podríamos entendernos, cuando nosotros somos sesenta? Envíen mejor a tres de sus compañeros, y el Profeta enviará a tres de sus compañeros para conversar”. Sin embargo, estos emisarios llevaban dagas escondidas, e intentaron matar al Mensajero de Dios. Una mujer sincera entre los Banu al-Nadir le informó de esto a su sobrino, que era musulmán y estaba entre los auxiliares de Medina, y este musulmán le informó al Profeta Muhámmad. El Profeta Muhámmad volvió, y al día siguiente trajo a sus tropas y cercó a la tribu de Banu al-Nadir, que fueron expulsados de la ciudad. Esta historia fue narrada por ‘Abd er-Razzaq en su obra Musánnaf, y por Abu Dawud en su compilación Sunan (3004) a través de ‘Abd er-Razzaq, pero él no menciona ciertos detalles de la historia, más bien dice: “Te escucharán y si creen en ti, entonces nosotros creeremos en ti”, y luego narra la historia completa. Este reporte fue clasificado como auténtico por Al-Albani en Sahih Abu Dawud.
Ibn Ishaq menciona otra razón para la expulsión de los Banu al-Nadir, y es que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) acudió a los Banu al-Nadir y les pidió ayuda para pagar el precio de sangre de dos no musulmanes que habían sido matados por error por ‘Amr Ibn Umaiah ad-Dumari. El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) se sentó en una pared que pertenecía a los Banu al-Nadir, y algunos de ellos estuvieron planeando arrojarle una roca en la cabeza para asesinarlo. En ese momento el Profeta Muhámmad recibió la revelación de Dios, que le informaba que se apresurara a volver a Medina, y luego fue que dio órdenes de que fueran sitiados.
3 – Luego llegó el incidente del cordero envenenado, esto fue después de la conquista del emirato de Jaibar. Al-Bujari (2617) y Muslim (2190) narraron de Anas que una mujer judía llegó al Mensajero de Dios después de la conquista de Jaibar, y le ofreció un cordero asado. El Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) comió de él, y un compañero suyo también, que falleció. En ese momento el Profeta vio al cordero diciéndole que no lo comiera porque estaba envenenado. Cuando la mujer fue traída para dar explicaciones, ella respondió: “Yo quise asesinarte, porque si eres un profeta verdadero entonces yo no podría asesinarte; y si eres un farsante, entonces morirías y nos libraríamos de ti”. El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) respondió: “Dios no te ha dado poder para asesinarme”. Luego de esto, el Profeta Muhámmad diría: “Todavía puedo sentir el efecto de aquel veneno”.
El imam An-Nawawi dijo:
“Es como si el veneno hubiera dejado algunos rastros de dolor en él”.
Esta mujer era Záinab Bint al-Hariz, la esposa de Salam Ibn Mashkam, uno de los líderes de la tribu judía que gobernaba Jaibar.
Los reportes difieren sobre el destino de ella. Algunos afirman que la mujer fue perdonada, y cuando se pidió su ejecución el Profeta Muhámmad la impidió. Y otros dicen que cuando Bishr Ibn al-Bará' Ibn Ma’rur, el compañero del Profeta, falleció como resultado de los efectos de esta comida, entonces la mujer fue ejecutada.
Al-Bujari (5777) narró que Abu Hurairah dijo: “Cuando el principado de Jaibar fue conquistado, la esposa de uno de los líderes judíos le ofreció un cordero asado. El Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Dejen que todos lo que han estado aquí, se congreguen ante mí” (refiriéndose a la tribu judía de Jaibar). Se reunieron ante él y el Mensajero de Dios les preguntó: “¿Me dirán ahora la verdad si les pregunto algo?”. Ellos respondieron: “Sí”. Él preguntó: “¿Han envenenado este cordero?”. Ellos le dijeron: “Sí”. El Profeta volvió a preguntar: “Por qué hicieron eso?”. Y ellos respondieron: “Queríamos saber si eras un mentiroso, en cuyo caso nos libraríamos de ti, y si eras un profeta verdadero entonces el veneno no te afectaría”.
Se reportó también que el Profeta en ocasiones se sintió enfermo después de eso, y fue tratado con la terapia de las tazas chinas.
Áhmad (2784) narró de Ibn ‘Abbás, que una mujer judía le había enviado como regalo al Mensajero de Dios un cordero asado envenenado. Luego del incidente, el Profeta envió a buscarla y le preguntó: “¿Por qué hiciste eso?”. Ella respondió: “Quise saber si eras un profeta de verdad, entonces Dios te informó de que el cordero estaba envenenado. Si no hubieras sido un profeta nos habríamos liberado de ti”.
Siempre que el Mensajero de Dios se sentía enfermo después de eso, se hacía tratar con las tazas chinas. En una ocasión estaba de viaje y había ingresado en la consagración ritual para hacer la peregrinación, cuando se sintió enfermo y se hizo tratar con las tazas chinas. El editor de la obra Al-Musnad, clasificó este reporte como auténtico.
Sobre la idea de que esto pudiera causar su muerte aun seis años después, Ibn Mas’ud (que Dios esté complacido con él) dijo:
“Si me pidieran que jurara nueve veces por Dios que el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) fue asesinado, preferiría jurarlo una sola vez. Dios hizo a Muhámmad un profeta y también un mártir”. Narrado por Áhmad, 3627. Los editores dijeron: “El reporte es auténtico, de acuerdo a las condiciones de Muslim”.
As-Sindi dijo: “Las palabras ‘fue asesinado’ significarían que el veneno que estaba en la carne que él comió, tuvo efectos sobre él que reaparecieron cuando estaba falleciendo”. Citado de la obra Haashiyat al-Musnad, 6/116.
Al-Bujari narró en su obra Sahih en un reporte, y Al-Hakim también lo narró en Al-Mustadrak, que ‘Aa'ishah (que Allah esté complacido con ella) dijo: “El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) solía decir durante esa enfermedad que fue la última: “Oh, ‘Aa'ishah, todavía siento el dolor de la comida que comí en Jaibar, y ahora siento como si me estuvieran cortando la vena del cuello”.
La conquista del principado de Jaibar tuvo lugar desde el mes de Muharram hasta el mes de Rabi’ al-Awwal, del año 7 después de la Emigración. Por lo tanto este evento tuvo lugar al menos cuatro años antes de que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) falleciera.
Ver Al-Iahud fi as-Sunnah al-Mutáhharah, por el Dr. ‘Abd-Allah Ibn Nasir ash-Shaqari, y Zaad al-Ma’ád, 3/279.
Y Allah sabe más.