Alabado sea Dios.
Los musulmanes creemos que Dios ha ascendido a Su trono, en una forma apropiada a Su naturaleza sublime y trascendente, no es una forma similar a la de las criaturas como el ser humano. Y creemos también que Dios tiene un rostro bendito, que no es como los rostros de Sus criaturas.
Por lo tanto, no debemos interpretar los versos del Corán en una forma que se contradigan unos a otros, ni distorsionando sus significados naturales, ni atribuyéndole a Dios cualidades humanas. Este fue el punto de vista que defendieron los rectos sucesores del Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él).
Con respecto a la exégesis de este verso, el Shéij Muhámmed ibn al-‘Uzaimín dijo:
“El principio básico es que Dios tiene un rostro, como fue afirmado en el Sagrado Corán. Dios dijo (traducción del significado):
“No rechaces a quienes invocan a su Señor por la mañana y por la tarde anhelando Su rostro [y complacencia], porque hacerlo sería injusto. A ti no te corresponde pedirles cuentas de sus obras ni a ellos tampoco pedirte cuenta de las tuyas” (Al-An’ám, 6:52).
“Y que cuando hace una obra de bien, no la hace esperando la retribución de los hombres. Sino anhelando el rostro de su Señor el Altísimo [y Su complacencia], Y por cierto que se complacerá [con lo que le aguarda en el Paraíso]” (Al-Láil, 92:19-21).
Y hay otros versos similares. Entonces, el principio básico es que este rostro es uno de Sus atributos. Pero hay un verso acerca del cual los exégetas difieren, que es el siguiente verso (traducción del significado):
“A Allah pertenece tanto el oriente como el occidente, y adondequiera que dirijáis vuestros rostros, allí está el de Allah [Quien os observa]. Allah es Vasto, Omnisciente” (Al-Báqarah, 2:115).
Algunos de ellos afirman que lo que significa aquí ‘rostro’ es una dirección, porque Dios dijo (traducción del significado):
“Y todos tienen una dirección a la cual dirigirse. ¡Apresuraos a realizar obras de bien! Dondequiera que estuviereis Allah os reunirá [el Día del Juicio]” (Al-Báqarah, 2:148).
Por lo tanto, ‘rostro’ significaría aquí ‘dirección’, es decir, ‘hay una dirección de Dios’ significaría una dirección hacia la cual nos volvemos para rezar y en la cual Dios acepta nuestras oraciones. Ellos señalan el hecho de que cuando uno viaja, si una persona ofrece oraciones voluntarias puede rezar en cualquier dirección en la que esté.
Pero el punto de vista correcto es que la palabra significa efectivamente ‘rostro’, el rostro de Dios. Entonces, donde sea que te vuelvas está el rostro de Dios, porque Dios abarca todas las cosas, y porque se ha probado que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) afirmó que cuando el creyente se dispone a orar, Dios está enfrente de él. Por eso está prohibido para el musulmán escupir hacia el frente cuando está de pie para la oración, porque Dios está frente a él. Entonces, si rezas en un lugar donde no sabes hacia dónde está La Meca, pero haces lo mejor posible por calcular hacia dónde está, y finalmente la dirección a La Meca resulta que estaba detrás de ti, no importa, porque Dios está siempre frente a ti aún en esta situación.
Este es el correcto significado, el que está de acuerdo con el significado evidente del verso, el que no resulta contradictorio.
Debemos recalcar que este bendito y poderoso rostro que es descripto en el Corán en términos de majestad y honor, no puede ser completamente comprendido por el ser humano, ni por medio de las descripciones, ni por medio de la imaginación. Más bien, todo lo que uno puede pensar de ello es que Dios siempre está por encima de lo que pensamos de Él, siempre es más grande.
“Allah bien conoce el pasado y el futuro, y los hombres nunca podrán alcanzar este conocimiento” (Ta Ha, 20:110).
Con respecto al verso (traducción del significado):
“…no hay más divinidad que Él. Todo ha de perecer excepto Su rostro” (Al-Qásas, 28:88).
Esto significa que todo el universo con todas sus criaturas perecerá algún día, excepto Su esencia, de la cual Su rostro es uno de Sus atributos”. Fin de la cita de Shárh al-‘Aqidah al-Waasitíyah, por el Shéij Muhámmed ibn al-‘Uzaimín, 1/243-245.
No debemos comparar al Creador del universo con Su creación, porque Dios es como Él mismo ha dicho (traducción del significado):
“No hay nada como Él”.
Dios está encima de Su trono, y también enfrenta al orante cuando éste reza; no hay contradicción entre ambos conceptos, en lo que respecta a Dios, porque no tiene nuestras limitaciones de tiempo y espacio.
Algunos musulmanes se sintieron también confundidos sobre el asunto de que Dios descendía durante el último tercio de la noche a la parte más baja del cielo. Ellos dijeron que la noche no era exactamente al mismo tiempo en todas las latitudes del planeta, por lo tanto, ¿cómo puede Dios descender durante la noche y durante el día al mismo tiempo?
El Shéij Muhámmed ibn al-‘Uzaimín dijo:
“Las últimas generaciones de musulmanes que supieron a ciencia cierta que la Tierra es redonda y que gira alrededor del Sol, se preguntaron, “¿Cómo puede Dios descender durante el último tercio de la noche, cuando el último tercio de la noche se está desplazando desde Arabia Saudita hacia Europa?”
La respuesta es que tal pregunta implica comparar a Dios con Su creación, porque las criaturas tenemos limitaciones de tiempo y espacio, pero el Creador no tiene esas limitaciones. Si uno tiene fe en Dios, no debe presentar estas dudas sobre Su Revelación.
Cuando el último tercio de la noche sucede en Arabia Saudita, Dios desciende en Arabia Saudita, y cuando el último tercio de la noche llega al continente americano, Dios desciende allí también.
Por lo tanto nuestra actitud es confiar y creer en lo que nos ha llegado del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), quien nos ha dicho que Dios desciende a la parte más baja del cielo durante el último tercio de la noche y dice: “¿Quién me invoca, para que pueda responderle? ¿Quién me pide, para que pueda darle? ¿Quién invoca Mi perdón, para que pueda perdonarle?”. Fin de la cita de Shárh al-Wasitíyah, 2/437.
Y Allah sabe más.