Alabado sea Dios.
Los nombres tienen significados, y cada persona será influenciada por (el significado de) su nombre, en la mayoría de los casos. Se requiere que el hombre se llame a sí mismo, o a sus hijos, con buenos nombres que tengan buenos significados, para que sean influenciados positivamente por ellos.
El Islam llegó a los árabes y a los no árabes, y no es esencial que un nuevo musulmán tome un nombre árabe, sino que lo que se requiere es que no tenga un nombre que sea feo o que tenga un significado que vaya en contra del Islam. Muchos persas y bizantinos abrazaron el Islam y conservaron sus nombres, y no los cambiaron. De hecho, muchos de los profetas tenían nombres que no eran árabes porque ellos no lo eran.
Al Sheij ‘Abd Al ‘Aziz Ibn Baz (que Al-lah lo tenga en su misericordia) se le preguntó: “¿Una persona que se convierte en musulmán tiene que cambiar su nombre, si se llama Jorge o José, etc.?”.
Él respondió: “No tiene que cambiar su nombre a menos que sea un nombre que refleje la servidumbre a alguien o algo que no sea Al-lah, pero es bueno cambiar su nombre por uno mejor. Por lo tanto, si cambia su nombre de un nombre extranjero a un nombre islámico, eso es bueno; pero en cuanto a si es obligatorio, no, no lo es.
Pero si su nombre era ‘Abd Al Masih [N.T.: “Siervo del Mesías”, un nombre común entre los árabes cristianos; un nombre similar en las culturas inglesas sería “Christopher”] o algo por el estilo, entonces debería cambiarlo, pero si el nombre no implica servidumbre a nada ni a nadie más que a Al-lah, como George y Paul, etc., entonces no tiene que cambiarlo, porque estos nombres son compartidos por los cristianos y otros. Y Al-lah es la fuente de toda fuerza” (Fatawa Islamia, 4/404).
Y Al-lah sabe más.