Alabado sea Dios.
El aprendizaje de las ciencias terrenales que son beneficiosas para el ser humano y necesarias para el desarrollo de su civilización, es obligatorio para los musulmanes en tanto y en cuanto la comunidad esté necesitada de ello, como una obligación colectiva, no individual. El gobernante debe encomendar a la comunidad en general su investigación, estudio y desarrollo, ayudando a los especialistas en cada campo, para lograr la capacitación de los musulmanes en estas áreas, y el desarrollo de las tecnologías necesarias para suplir sus necesidades y defenderse de ataques externos.
Los musulmanes serán recompensados por aprender estas ciencias y tecnologías de acuerdo a sus intenciones. Su aprendizaje contará como acto de culto si sus intenciones fueron sinceras y correctas. Si no fueron aprendidas con esta intención, su aprendizaje contará apenas como algo permisible, siempre y cuando impliquen cosas permisibles también, como la extracción y manejo de recursos naturales, fabricaciones, tecnología agrícola, etc. Todas estas son cosas permisibles y necesarias, pero si son realizadas con la intención apropiada de beneficiar a toda la comunidad y a la humanidad en general, pueden contar también como actos de culto.
En algunos casos el aprendizaje y desarrollo de estas ciencias pueden constituir un deber individual, pero en general se trata de una obligación colectiva para toda la comunidad, y en la medida en que algunos musulmanes la cumplan, el resto de los musulmanes queda eximido de responsabilidad.
El gobernante debe encomendar su desarrollo a quienes estén cualificados para ello. Esto varía de acuerdo a la necesidad y la intención.