Alabado sea Dios.
Alabado sea AllahTodos los seres humanos somos descendientes de un hombre y una mujer, creyentes o incrédulos, blancos o negros, árabes y no árabes, ricos y pobres, nobles o humildes.
El Islam no pone ninguna atención a las diferencias de color, raza o linaje. Todas las personas provienen de Adán, y Adán fue creado del polvo. Según el Islam, el criterio para establecer diferencias entre la gente está basado en la fe (imán) y la piedad o temor de Dios (taqwa), haciendo lo que Dios nos ha encomendado y evitando lo que Dios nos ha prohibido. Allah dijo (traducción del significado):
“¡Oh, humanos! Os hemos creado a partir de un hombre [Adán] y una mujer [Eva], y [de su descendencia] os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. En verdad, el más honrado de vosotros ante Allah es el más piadoso. Ciertamente Allah es Omnisciente y está bien informado de lo que hacéis” (al-Huyurat 49:13).
El Islam considera a todas las personas como iguales en lo que concierne a derechos y obligaciones. Todos son iguales ante la ley islámica, como Allah dijo (traducción del significado):
“Al creyente que obre rectamente, sea varón o mujer, le concederemos una vida buena y le multiplicaremos la recompensa de sus obras” (an-Náhl 16:97).
La fe, la veracidad y la piedad, todas conducen al Paraíso, que es el derecho de quien logra cultivar estas cualidades, aún si es de las personas más débiles e ignotas en este mundo. Allah dijo (traducción del significado):
“A quien crea en Allah y obre piadosamente, Él le introducirá en jardines por donde corren los ríos, en los que vivirán eternamente; y por cierto que Allah le habrá concedido un hermoso sustento” (at-Taláq 65:11).
La incredulidad, la arrogancia y la opresión conducen al Infierno, aún si quien hace estas cosas es la más rica y noble de las personas. Allah dijo (traducción del significado):
“En cambio, los incrédulos que desmintieron Nuestros signos sufrirán en el fuego del Infierno eternamente. ¡Qué pésimo destino!” (at-Taghabún 64:10).
Los consejeros del Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) incluyeron a musulmanes de todas las tribus, razas y colores. Sus corazones estaban llenos con la adoración a la unidad absoluta de Dios (tawhid) y fueron reunidos por su piedad y fe, tal como Abu Bakr de Qureish, ‘Ali ibn Abi Tálib de Banu Háshim, Bilal de Etiopía, Suhaib de los romanos, Salman el Persa, hombres ricos como ‘Uzmán, y pobres como ‘Ammár, gente muy pobres recursos como “la gente del banco” (ahl as-suffah), y otros.
Ellos creyeron en Dios y se lucharon por Su causa, hasta que Dios y Su Mensajero estuvieron complacidos con ellos. Ellos fueron de los verdaderos creyentes.
“Éstos recibirán la recompensa de su Señor en los Jardines del Edén por donde corren los ríos y en los que estarán eternamente. Allah se complacerá con ellos [por sus obras] y ellos lo estarán con Él [por Su recompensa]. Ésta [hermosa recompensa] será para quienes teman a su Señor [y se aparten de los pecados]” (al-Báiyenah 98:8).