Alabado sea Dios.
En primer lugar, el creyente piadoso debe buscar mantener amistad con el creyente, y no debe hacer amistad sino con los monoteístas, porque el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Los creyentes deben buscar la compañía unos de otros y compartir entre ellos su comida”. Narrado por at-Tirmidi, 2395; clasificado como bueno por al-Albani en Sahih At-Tirmidi.
Pero hacer amigos entre los pecadores y los idólatras tiene un impacto negativo en la vida del musulmán, porque puede resultar influenciado por algunas de sus costumbres y creencias, o que la fe en su corazón se debilite, o apartarse de los musulmanes y acercarse a los no musulmanes, o habituarse a los pecados de los idólatras y ateos y considerarlos algo normal, por mezclarse frecuentemente con ellos.
Le preguntaron al Shéij Muhámmed ibn al-‘Uzaimín (que Allah tenga misericordia de él) sobre hacer amistad con los incrédulos, y él respondió:
“No hay duda de que el musulmán debe desaprobar a quienes actúan y piensan contra las normas del Islam, porque esta fue la manera de pensar y sentir de los mensajeros y profetas, y de sus seguidores. Dios dijo (traducción del significado):
“Por cierto que tenéis un buen ejemplo en Abraham y los [creyentes] que le siguieron, cuando dijeron a su pueblo: No tenemos nada que ver con vosotros, y no somos responsables de lo que adoráis en vez de Allah. Renegamos de vosotros, y os declaramos la enemistad para siempre mientras no creáis en Allah solamente” (Al-Mumtáhanah, 60:4).
“No encontrarás ningún pueblo que crea en Allah y en el Día del Juicio que sienta afecto por quienes rechazan a Allah y a Su Mensajero, aunque éstos sean sus padres, sus hijos, sus hermanos o sus parientes. A éstos [Allah] ha grabado la fe en sus corazones, les ha fortalecido con Su luz y les ingresará eternamente en jardines por donde corren los ríos. Allah se complace de ellos y ellos de Él. Éstos son quienes creen en Allah. ¿Acaso no son quienes creen en Allah los triunfadores?” (Al-Muyádilah, 58:22).
Por lo tanto, el musulmán no debe amar en su corazón a las personas hostiles al Islam. Dios dijo (traducción del significado):
“¡Oh, creyentes! Si habéis salido para luchar por Mi causa y anheláis Mi complacencia no toméis como aliados a Mis enemigos que también son los vuestros, demostrándoles afecto cuando ellos se niegan a creer en la Verdad que os ha llegado y expulsan al Mensajero y a vosotros mismos [de La Meca] sólo porque creéis en Allah vuestro Señor. Cómo podéis ocultar el afecto que sentís por ellos cuando Yo bien sé lo que ocultáis y lo que manifestáis. Quien de vosotros obre así se habrá extraviado del verdadero camino” (Al-Mumtáhanah, 60:1).
En el caso de personas hostiles de quienes no hay esperanzas de que abandonen su hostilidad hacia el Islam, deben ser tratados como se merezcan según sus actos y palabras.
Pero en el caso del musulmán que trata a los no musulmanes con amabilidad y respeto, con la esperanza de acercarlos a nuestra fe y se formen una buena opinión del Islam y los musulmanes, no hay nada de malo con esto, de hecho es algo bueno, porque cae bajo la denominación de difundir los valores morales de nuestra religión. Esto fue discutido en detalle en los libros de los eruditos.
Ver: Ahkám Ahl ad-Dímmah, por Ibn al-Qayím (que Allah tenga misericordia de él)”. Fin de la cita de Maymu' al-Fatáwa Shéij Muhámmed ibn al-‘Uzaimín, 3/31.
En segundo lugar, no hay nada de malo en darle agua del pozo sagrado de Zámzam a una persona enferma que no es musulmana, con el propósito de curarla, o brindarle tratamiento médico si uno es doctor, o visitarlo y ayudarle si está enfermo y está pasando necesidades. Todo eso son buenas obras que dejarán una buena impresión en esa persona acerca de los musulmanes, y suavizará sus sentimientos hacia el Islam, especialmente si dicha persona ya mostró anteriormente signos de respeto y simpatía.
Se ha probado en las obras de los shéijs Al-Bujari (2276) y Muslim (2201) que Abu Sa’íd al-Judri (que Dios esté complacido con él) trató al jefe de una tribu no musulmana que había sido picado por un escorpión, recitándole La Curadora (el capítulo Al-Fátihah), y él se recuperó, y sin embargo su gente eran idólatras. No hay duda de la santidad del Corán, y de que tratar médicamente a un incrédulo recitando esta oración es algo más comprometido que simplemente darle a beber agua del pozo de Zámzam.
Dice en la obra Al-Mawsu’ah al-Fiqhíyah, 13/34: “No hay diferencia de opinión entre los juristas acerca de que es permisible para el musulmán intentar curar al no musulmán recitando Al-Fátihah, y citaron como evidencia el reporte de Abu Sa’íd al-Judri (que Dios esté complacido con él). El punto aquí es que la tribu con la cual ellos se habían detenido (durante un viaje) y de la cual estaban buscando hospitalidad era una tribu idólatra. De hecho antes de pedirles ayuda les habían negado su hospitalidad a los musulmanes. Y sin embargo el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) no objetó que hicieran eso”. Fin de la cita.
Para más información, por favor consulte la respuesta a la pregunta No. 6714, 12718, y 129113.
Y Allah sabe más.