Alabado sea Dios.
En primer lugar, lograr entregarse a Dios en cuerpo y alma es uno de los más grandes objetivos del Islam para el ser humano.
Una de las implicancias de esto es que los motivos para amar y detestar a la gente están más íntimamente relacionados con la fe, y con lo que complace a Dios y lo que no le complace. Así, un musulmán concentra en su religión todos sus sentimientos y acciones.
El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “El más fuerte lazo de fe es que ames por causa de Dios y detestes por causa de Dios”. Narrado por Áhmad (18524), y clasificado como bueno por el comentarista de Al-Musnad. También clasificado como bueno por Al-Albani en Sahih at-Targíb (3030).
Se registró de Anas Ibn Málik (que Dios esté complacido con él) que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Hay tres cosas que quien las logre saboreará la fe: que Dios y su Mensajero sean más queridos para él que cualquier otra cosa; que ame o deje de hacerlo por la causa de Dios; y que tema y repudie la idea de volver a la incredulidad tanto como la idea de ser arrojado al fuego”. Registrado por Al-Bujari (16) y Muslim (43).
En segundo lugar, lo que se ha afirmado arriba no significa que no pueda haber entre el musulmán y algunos no musulmanes en particular, un amor natural e incluso lazos de parentesco, por ejemplo a través del matrimonio, de actos de mutuo respeto y consideración, aún si tienen religiones diferentes.
Dios, glorificado y exaltado sea, reconoció el amor del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) por su tío Abu Tálib, a pesar de que Abu Tálib era idólatra. Dios dijo (traducción del significado):
“Por cierto que tú [¡Oh, Muhammad!] no puedes guiar a quien amas, sino que Allah guía a quien Él quiere. Él sabe quienes seguirán la guía” (Al-Qásas, 28:56).
Este amor por su tío era natural, porque su tío era un pariente, quien además lo quiso mucho y lo protegió de la violencia y la persecución de otros líderes idólatras.
Dios también permitió a los hombres musulmanes casarse con las mujeres de la Gente de las Escrituras, judías y cristianas. Y el matrimonio genera entre ambos amor y confianza mutua, como Dios dijo (traducción del significado):
“Y entre Sus signos está haberos creado esposas de entre vosotros para que encontréis en ellas sosiego, y puso entre vosotros amor y misericordia. Por cierto que en esto hay signos para quienes reflexionan” (Ar-Rum, 30:21).
Este amor es natural y justo, y es un instinto que compartimos con otras criaturas. Eso no significa que haya acuerdo en todo, ni que el musulmán ame todo lo que ese no musulmán hace y dice, ambas cosas son diferentes. De eso se trata el respeto. Es como la medicina: una persona puede amar y detestar una medicina al mismo tiempo. Es amada porque cura, y por otro lado puede ser detestada por tener mal sabor.
Similarmente, luchar por la defensa del territorio y la familia contra una invasión puede resultarnos desagradable e indeseable, pero es una obligación del musulmán que le traerá una recompensa mayor. Dios dijo (traducción del significado):
“Se os prescribió el combate y éste os desagrada. Es posible que detestéis algo y sea un bien para vosotros, y que améis algo y sea un mal para vosotros. Allah sabe y vosotros no sabéis” (Al-Báqara, 2:216).
El Shéij Muhámmed ibn al-‘Uzaimín dijo:
“No hay culpa en una persona si le desagrada algo que Dios nos ha ordenado, en tanto no deteste al Legislador, sino que le desagrade porque tiene una resistencia natural a hacerlo. El musulmán adulto debe aprender a aceptar las responsabilidades que no le agradan y estar conforme con eso”. Fin de la cita de Tafsir al-Fátihah wa al-Báqarah, 3/50.
Basándonos en esto, un primo puede no ser musulmán, pero respetar nuestros derechos y nosotros los de él, basándose en ese lazo de parentesco, y mantener estos lazos como corresponde.
Una mujer puede ser judía o cristiana, pero amar a su marido y tratarlo con dulzura, e indudablemente él también debe amarla. Esto es natural y es lo correcto, aún cuando uno como musulmán pueda sentir pena o rechazo por algunos aspectos de sus creencias, prácticas y puntos de vista.
El shéij Sálih ash-Shéij dijo:
“El punto es que la lealtad y la no lealtad hacia los no musulmanes es de tres niveles:
1 – Amor y lealtad hacia el no musulmán incrédulo a causa de su incredulidad. Esto constituye en sí mismo un acto de incredulidad, incompatible con la fe musulmana.
2 – Amarlo y honrarlo por causas puramente mundanas. Esto no es permisible, y es una forma de condescendencia reprobable.
3 – Cuando es en respuesta al amor y lealtad recibidos de su parte, o a causa de los lazos de parentesco. Esto es correcto siempre y cuando él no esté en guerra o participe en alguna forma de la persecución hacia los musulmanes”. Fin de la cita de Itjaf as-Sail bi ma fi at-Tahhawíyah min Masa’il, p. 501.
Basándonos en esto, hay una diferencia entre amar a un no musulmán a causa de su religión o sus creencias, algo incompatible con la fe islámica, o amarlo por sus virtudes personales o lazos de parentesco. No hay nada de malo con esto último, y esto no es contrario a oponerse a cualquier creencia o práctica que ellos sostengan y que contradiga nuestra fe y principios éticos.
Si la base de este amor es permisible de acuerdo a las enseñanzas islámicas, por lo tanto no hay nada de malo en expresar este afecto, especialmente si es en respuesta a una manifestación de afecto similar.
Y Allah sabe más.