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Alabado sea Dios.
En primer lugar, los eruditos han dividido el conocimiento de las estrellas en dos categorías:
1) La astronomía.
Se refiere al conocimiento del nombre de las estrellas, cuándo salen por el horizonte y cuándo se ponen, cómo pueden utilizarse para medir el tiempo y para orientarse durante la navegación, y otros signos perceptibles mediante la observación y la experiencia que pueden utilizarse luego para calcular direcciones, medir el paso del tiempo, etc.
No hay nada de malo con aprender y enseñar este tipo de conocimiento, y no hay ninguna evidencia que sugiera que esto esté prohibido o que sea desaconsejable su estudio. De hecho, en el Sagrado Corán hay evidencia que sugiere que este conocimiento es permisible y que es una bendición de Dios, glorificado y exaltado sea. Dios dijo (traducción del significado):
“Y Él es Quien ha creado las estrellas para que vosotros podáis guiaros con ellas [cuando os encontráis viajando] en las tinieblas de la tierra y del mar. Por cierto que hemos evidenciado los signos para quienes reflexionan” (Al-An’am, 6:97).
“Él es Quien hizo que el sol tuviese luz propia y determinó que la luna reflejase su luz en distintas fases para que podáis computar el número de años y los meses. Allah no creó esto sino con un fin justo y verdadero; y aclara los signos para quienes los comprenden” (Iunús, 10:5).
2) Astrología:
La astrología se refiere a la interpretación de las ubicaciones y movimientos de las estrellas y los astros, interpretados bajo la idea de que tienen una supuesta influencia en el desarrollo de los eventos mundanos tales como la muerte, el nacimiento, las enfermedades, los cataclismos, la felicidad o la desgracia, etc., pero para lo cual no hay evidencia científica ni racional alguna, tampoco empírica, que conecte el desarrollo de estos hechos con los movimientos de los cuerpos celestes. Por lo tanto, la astrología está basada en una superstición, una mera conjetura y especulación para la cual no hay prueba ni evidencia.
Esta última, la astrología, es la que la evidencia textual del Sagrado Corán y la Tradición Profética prohíbe definitivamente: está prohibido aprenderla, estudiarla, enseñarla o creer en ella.
El shéij Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él) dijo:
“La astrología que pretende establecer toda clase de suposiciones acerca de la influencia de los cuerpos celestes en la vida de las personas y averiguar el futuro de los eventos mundanos o su desarrollo en base a la posición de estos astros, está prohibida de acuerdo al Sagrado Corán y la Tradición Profética, y de acuerdo al consenso de los eruditos musulmanes. De hecho, fue prohibida por todos los mensajeros y profetas a sus comunidades religiosas.
Dios dijo (traducción del significado):
“…anulará lo que ellos hicieron, pues sólo se trata de magia. Y sabe que los magos jamás prosperarán” (Ta-Ha, 20:69).
“¿Acaso no reparas en quienes habiendo recibido el Libro [los judíos que arribaron a la Meca] adoran a los ídolos y al Seductor, y dicen de los idólatras: Éstos están mejor guiados que los creyentes?” (An-Nisá', 4:51).
El califa ‘Umar y otros sabios tempranos utilizaron la palabra ‘yibt’, que significa hechicería, para designar a lo que hoy conocemos como astrología.
Abu Dawud narró en su obra Sunan con una cadena de transmisión buena, de Qubaisah Ibn Mujariq, que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “La interpretación de augurios, las supersticiones y la geomancia, son hechicería”.
Las cosas mencionadas en este reporte tienen como común denominador estar basadas en supersticiones y por eso caen bajo la denominación de hechicería. Este mismo concepto es el que está detrás de la astrología, porque no hay una evidencia o una explicación lógica y racional acerca de por qué determinados movimientos astrológicos deberían tener determinada influencia en determinadas personas.
El imam Áhmad, Abu Dawud, Ibn Mayah, y otros, narraron con una cadena auténtica de transmisión de Ibn ‘Abbás, que él dijo: “Quien aprenda astrología estará aprendiendo una de las ramas de la hechicería, y cuanto más aprenda de ella, más estará aprendiendo sobre hechicería”.
El Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) claramente afirmó que la astrología cae bajo la misma categoría que la hechicería. Y Dios, glorificado y exaltado sea, dijo (traducción del significado):
“Y sabe que los magos jamás prosperarán” (Ta-Ha, 20:69).
Además de esto, podemos agregar que si observamos la situación de los astrólogos, veremos que jamás prosperan en este mundo ni en el Más Allá.
El imam Áhmad y el imam Muslim en su obra Sahih, narraron de Safíyah Bint ‘Ubaid, quien era una de las esposas del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él), que él dijo: “Quien recurre a un adivino y le pregunta acerca de algo, su oración no será aceptada por 40 días”. Los adivinos están íntimamente relacionados con los astrólogos, de hecho la astrología es un tipo de adivinación y por eso de acuerdo a la mayoría de los eruditos caen exactamente bajo la misma categoría. Si este fue el veredicto del Profeta Muhámmad sobre quien consulta a un adivino, imaginemos qué queda para el adivino mismo.
Él también narró en su obra Sahiah que Mu’awiyah Ibn al-Hakam as-Sulami dijo: “Le dije, “Oh, Mensajero de Dios, hay algunos hombres entre nosotros que consultan a los adivinos”, y él me respondió: “No hagan eso”.
El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) prohibió claramente consultar a los adivinos.
Más de uno de los eruditos narraron que había consenso entre los eruditos de su época sobre la prohibición de la astrología, tales como Al-Bagawi, al-Qádi ‘Iyad, y otros.
En las dos obras de reportes más auténticos (Al-Bujari y Muslim) se ha narrado de Zaid Ibn Jalid al-Yuhani que él dijo: “El Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) nos dirigió en la oración del alba en Al-Hudaibiyah, después de que había llovido por la noche. Cuando terminamos, se volvió hacia la gente y les dijo: “¿Quieren saber lo que ha dicho vuestro Señor?”. Respondieron: “Dios y Su Mensajero saben mejor”. El Profeta Muhámmad dijo: “Ha dicho “Esta mañana algunos de Mis servidores creyeron en Mí y otros descreyeron. Quien dijo ‘tuvimos lluvia, por la clemencia y misericordia de Dios’ es un creyente. Y quien dijo ‘tuvimos lluvia gracias al paso de tal y tal estrella’ es un incrédulo que cree en supersticiones”.
Algunos astrólogos del pasado parecen haber admitido que sus adivinaciones no eran efectivas especialmente cuando trataban de predecir lo que sucedería a los creyentes monoteístas. Alabado sea Dios, que ha reservado lo mejor de este mundo y del Más Allá a quienes siguen a Sus mensajeros, y ha enaltecido la práctica de difundir el bien y reprobar el mal”. Fin de la cita de Maymu' al-Fatáwa, 35/192-196.
En segundo lugar, nosotros no negamos que algunas de las cosas dichas por los astrólogos puedan suceder, pero esto no significa que ellos tengan en verdad algún poder. Más bien, esto es pura coincidencia, por el hecho de que ellos están permanentemente lanzando predicciones al aire e inevitablemente algunas de ellas podrán ser ciertas. Esto podremos corroborarlo observando que el porcentaje de sus aciertos es considerablemente menor al de sus desaciertos.
Hay algunos reportes según los cuales el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) refirió que algunos genios espían lo que los ángeles dicen acerca de los eventos futuros, y que los astrólogos y adivinos pueden ponerse en contacto con estos genios. Sin embargo, la astrología y la adivinación no dejan de estar basadas en el engaño y la mentira a gente ingenua, porque especula con aspectos de lo oculto sin ninguna base religiosa ni científica.
Se ha narrado de ‘Aa'ishah (que Allah esté complacido con ella) que ella oyó al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) decir: “Los ángeles descienden en nubes y discuten asuntos que han sido reflejados en los cielos, y en ocasiones los demonios pueden vislumbrar algo de lo que dicen e informarlo a los adivinos, que utilizan esta verdad para dar legitimidad a todas las mentiras que dicen”. Narrado por Al-Bujari, No. 3210.
Por eso Al-Qádi ‘Iyad (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “Dios les ha concedido ciertamente a los astrólogos algún poder, pero las mentiras y los engaños es lo que en ellos predominan”. Fin de la cita de Shárh an-Nawawi ‘ala Muslim, 14/223.
El shéij ‘Abd el-‘Azíz ibn Baaz (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “Puede suceder que lo que Dios ha decretado esté de acuerdo con lo que una persona quiere o necesita, y es posible que la persona que haya consultado a un astrólogo piense que esto es mérito del astrólogo y que gracias a lo que él ha dicho las cosas han sucedido de este modo. También puede darse el caso de que alguien diga exactamente lo contrario de lo que dice el astrólogo, y que esta persona sepa que lo que está diciendo es lo más apropiado para resolver un problema o tratar una enfermedad, pero la persona enferma piense que la cura proviene solo de los astrólogos que dicen observar los astros. El caso es que puede suceder que una persona experimente alguna mejoría luego de consultar a un adivino o a un astrólogo, pero esto no demuestra que lo que ellos estén aplicando sea un método válido de conocimiento. Los idólatras también pueden recurrir a un ídolo y pedirle algo determinado, y que luego Dios decrete que eso suceda como una coincidencia por razones que solo Dios conoce. Es indudable que el idólatra pensará que los acontecimientos le favorecieron como resultado de rogar o adorar a su ídolo, pero la verdad es que los ídolos carecen totalmente de poder, pues todo poder proviene de Dios. Dios puede decretar que una enfermedad se desvanezca o que una calamidad se alivie y eso inevitablemente coincidirá con que algunas personas llegarán a ese momento habiendo tenido paciencia y otras habiendo hecho cosas prohibidas, como consultar a los adivinos o incluso robar. De esta forma, el decreto divino se convierte en una prueba en sí misma, sin que haya en él ningún poder o influencia por parte de los magos, los hechiceros, los adivinos, los astrólogos, los ídolos, etc. Este resultado hará que los idólatras se extravíen más todavía, y que los creyentes se aferren más todavía a la verdadera fe.
La persona sabia nunca debe dejarse engañar por las coincidencias que haya entre lo que sucede y lo que digan los astrólogos, los adivinos y los relatores de fortuna, sino que debe mantenerse alejado de ellos y entender que lo que ellos hacen es engañar”. Fin de la cita de Maymu' al-Fatáwa Shéij ‘Abd el-‘Azíz ibn Baaz, 8/89-90.
En tercer lugar, una vez que comprendimos claramente lo arriba expuesto, no puede quedar duda tanto desde un punto científico como desde el punto de vista legal en la ley islámica, cuál es la interpretación correcta de la historia de los astrólogos del tiempo de Nimrod prediciendo el nacimiento de Abrahán (la paz sea con él), si es que esta historia es una narración auténtica en primer lugar. No es imposible que las palabras de los astrólogos hayan sido correctas, aunque como hemos demostrado, sus artes están basadas en el engaño y la superstición.
Sin embargo debemos señalar que esta historia no se ha probado a través de ninguna cadena de transmisión auténtica, sino que fue narrada por algunos historiadores como algo similar a una leyenda popular. Ver Al-Bidayah wa an-Nihayah, por Ibn Kázir, 1/200.
Y Allah sabe más.