Domingo 21 Yumada az Zaniah 1446 - 22 Diciembre 2024
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Plegarias que pueden ser recitadas después de la oración canónica

Pregunta

Quisiera saber cuáles son las plegarias para rememorar a Dios y las súplicas que pueden recitarse después de la oración canónica

Texto de la respuesta

Alabado sea Dios.

 Según la Tradición Profética el musulmán debe decir después de cada oración obligatoria, ya sea si rezó como imam o detrás de un imam o solo: “Astagfi ulláh” (Que Dios me perdone) tres veces, luego “Allahúmma enta salam, wa minka salam, tabárakta wa ta’alaita dhal yaláli wal ikram (Dios nuestro, Tú eres la paz, de Ti emana la paz, bendito y enaltecido, ¡Oh! Señor de la majestad y la gloria). Luego debes volver tu rostro a la gente si eres el imam y decir: “la iláha ílla Allahu, wáhdahu, la sharika láh, láhul mulku wa láhul hámd, wa húa ‘ala kúl li shái in qadír. La háwla wa la qúwata ílla billáh, wa la na’budu íllai iyáh. Láhul ni’mah wa láhul fádl wa láhu zaná’ al-hásan. La iláha ílla Allah mujsilína láhud dína wa lau káriha al-kaafirún. Allahúmma la máni’ lima a’taita wa la mu’ti lima mana’ta wa la ianfa’ dhal yádd minka al-yádd (No hay más divinidad que Dios, solo, sin compañero ni asociado, Suyo es el reino y la alabanza, y en sus manos está el destino de todas las cosas. No hay poder ni fuerza excepto en Dios, y no adoramos a nadie más que Él. De Él provienen todas las bendiciones, y todo buen elogio es Suyo. No hay más divinidad que Él, purificamos nuestro culto para Él, aunque los incrédulos detesten esto. Dios nuestro, nadie puede retener lo que Tú das, nadie puede dar lo que Tú retienes, ninguna riqueza ni majestad puede beneficiar a nadie porque de Ti proviene toda riqueza y majestad).

 Después de la oración del ocaso y del alba, también como las palabras mencionadas arriba: “La iláha ílla Allahu, wáhdahu, la sharika láh, láhul mulku wa láhul hámd, iúhi wa iumit wa húa ‘ala kúl li shái in qadír (No hay más divinidad que Dios, solo, sin compañero ni asociado, Suyo es el reino y la alabanza, da la vida y da la muerte, y en sus manos está el destino de todas las cosas). Luego después de eso debe decir “Subhana Allah wal hámdu lilláh wa Alláhu ákbar (Glorificado sea Dios, alabado sea, Dios es el Más Grande)” 33 veces, y para completar el cien debe decir: “La iláha ílla Allahu, wáhdahu, la sharika láh, iúhi wa iumit wa húa ‘ala kúl li shái in qadír” (No hay más divinidad que Dios, solo, sin compañero ni asociado, Suyo es el reino y la alabanza, y en sus manos está el destino de todas las cosas).

 Según la Tradición Profética tanto quien dirige la oración, el imam, como quien reza solo o detrás de un imam, debe recitar estas oraciones en voz alta después de cada oración canónica en una voz moderada, que no sea demasiado alta, y en un tono de voz ordinario. Está probado en las dos recopilaciones más importantes de reportes auténticos, as-Sahihain, de Ibn ‘Abbás (que Allah esté complacido con él) que elevar la voz al recitar oraciones cuando la gente ha terminado sus oraciones obligatorias es lo que se hacía en los tiempos del Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Ibn ‘Abbás (que Allah esté complacido con él) dijo: “Sabía que habían terminado cuando escuchaba eso”.

 No es permisible recitar en voz alta al unísono; cada persona debe recitarlo para sí mismo sin poner atención a la voz de nadie más, porque recitar estas oraciones al unísono es una innovación que no tienen bases en el Islam.

 Luego está prescripto para el imam, quienes rezan detrás suyo y quienes rezan solos, recitar el verso del Trono (áiat al-kursi) suavemente, luego el capítulo al-ijlás, al-fálaq y an-nas, es decir, los últimos tres capítulos breves del Corán, sin levantar la voz. Después de la oración del ocaso y de la oración del alba uno debe repetir estos tres capítulos tres veces. Esto es lo mejor, por la autenticidad de los reportes que indican todo eso que hemos afirmado arriba.

 Que Dios bendiga y otorgue la paz a nuestro Profeta Muhámmed, a su familia, sus compañeros y a aquellos que los sigan en la verdad hasta el Día del Juicio”. Fin de la cita.

Origen: Fatáwa ash-Sháij ibn Baaz, 11/188-190