Alabado sea Dios.
Con respecto a la forma islámicamente prescrita de lavar a un difunto:
Se inicia en primer lugar con el lavado de las partes privadas, en el caso de que la orina o las heces hayan sido expulsadas. La persona encargada debe colocar un paño sobre su mano y lavar toda la suciedad de la parte delantera y posterior, vertiendo agua sobre ellas. También debe cubrir el área entre el ombligo y las rodillas de modo que no quede visible. Después de eso, debe hacer la ablución para los difuntos, frotando la boca y la nariz con agua, lavando la cara y los brazos, frotando la cabeza y las orejas, y lavando los pies. Luego se debe verter agua con hojas de loto sobre la cabeza, sobre el lado derecho, sobre el lado izquierdo, y luego por todo el cuerpo. En el lavado final se debe añadir alcanfor al agua, que es un perfume bien conocido por fortalecer el cuerpo y dar una fragancia agradable.
Esta es la mejor manera de hacerlo, pero cualquier tipo de lavado es aceptable. Lo que importa es que el agua debe llegar a todo el cuerpo y eliminar la suciedad.
Pero la mejor manera es comenzar con el lavado de las partes privadas, luego hacer la ablución para los difuntos, verter agua con hojas de loto sobre la cabeza, tres veces sobre el lado derecho, tres sobre el lado izquierdo, y luego por todo el cuerpo. Si hay necesidad de hacerlo más de tres veces deben de ser cinco veces, y si es más que eso, entonces deberán ser siete veces. Debe ser un número impar de veces; esto es lo preferible.
Pero si la persona se lava una o dos veces, esto es aceptable, aunque lo mejor es tres, cinco o siete veces, si es necesario.
Ver:
Y Dios sabe más.
Fin de la cita de Fatáwa an-Nur 'Ala ad-Dárb, por el Shéij Ibn Baaz (que Allah tenga misericordia de él).