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Recitando la súplica de apertura en las oraciones del tarawih

26-05-2016

Pregunta 66558

¿Deberíamos recitar la súplica de apertura al comienzo de cada uno de los dos módulos de las oraciones del tarawih?

Texto de la respuesta

Alabado sea Dios.

Sí, es algo prescripto que recitemos la súplica de apertura al comienzo de cada uno de los dos módulos durante las oraciones del tarawih, como también para las oraciones voluntarias en general, a causa del significado general de la evidencia. Con respecto a la súplica de apertura de las oraciones nocturnas en particular, se han narrado las siguientes palabras: “La iláha íll-Allah” (tres veces), “Alláhu akbar” (tres veces), “Alláhu ákbaru kabira wa al-hámdu Lllláhi kazíra wa subhana Alláhi búkratan wa asila” (No hay más divinidad que Dios, Dios es el Más Grande, Dios es el Más Grande, la gloria y las alabanzas sean para Dios al comienzo y al final de cada día). 

Un hombre entre los compañeros del Profeta Muhámmad comenzó su oración con estas palabras, y el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le dijo: “Estoy sorprendido, las puertas del Cielo se han abierto con estas palabras”. 

También las palabras “Al-hámdu lilláhi hámdan kazíran táyyiban mubárakan fihi” (Alabado sea Dios, con abundante bien y bendiciones). 

Otro hombre comenzó su oración con estas palabras y el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “He visto a 11 ángeles compitiendo por ver quién llevaría estas palabras hasta Dios”.

También las palabras: “Allahúmma laka al-hámd, anta nur us-samáwaati wa al-ard wa man fihínna, wa laka al-hámd anta qayyím as-samáwaati wa al-árd wa man fihínna, wa laka al-hámd, anta málik as-samáwaati wa al-ard wa man fihínna. Wa laka al-hámd, anta al-háqq, wa wa’duka háqq, wa qawluka háqq, wa liqá’uka háqq, wa al-yánnah haqq, wa an-naar háqq, wa as-sá’ah háqq, wa an-nabíyyun háqq, wa Muhámmad háqq. Allahúmma laka aslamtu, wa ‘alaika tawakkaltu, wa bika aamantu, wa ilaika anabtu, wa bika jasamtu, wa ilaika hákamtu. Anta rábbunaa wa ilaika al-masír, faghfir li ma qaddámtu wa ma ajjártu, wa ma asrartu wa ma a’lantu, wa ma anta a’lam bihi mínni, anta al-muqáddim wa anta al-mu'ájjir, anta ilahi, la ilaha ílla anta wa la hawla wa la qúwwata ílla bika” (Dios nuestro, alabado seas, Tú eres la luz de los cielos y de la Tierra y de todo lo que está entre ellos. Alabado seas, Tú eres El Sustentador de los cielos y la Tierra y de todo lo que hay entre ellos. Alabado seas, Tú eres El Soberano de todo lo que está en los cielos y en la Tierra y en medio de ellos. Alabado seas, Tú eres la verdad, Tu promesa es verdadera, Tus palabras son verdaderas, el reencuentro contigo es verdadero, el Paraíso es verdadero, el Infierno es verdadero, La Hora es verdadera, los profetas son veraces y Muhámmad es veraz. Dios nuestro, a Ti me someto, en Ti pongo mi confianza, en Ti creo, ante Ti me arrepiento, con Tu ayuda y con Tu guía sigo adelante, a Ti me vuelvo buscando un juicio justo. Tú eres nuestro Señor, hacia Ti es nuestro retorno. Perdóname mis pecados pasados y futuros, aquellos que he cometido en secreto y aquellos que he cometido abiertamente, y por todo aquello que Tú conoces mejor que yo. Tú eres Aquel que adelanta y Aquel que atrasa, Tú eres mi Dios, no hay más divinidad que Tú, no hay fuerza ni poder excepto en Ti). 

También las palabras: “Allahúmma rábba Jibríla wa Mika’íla wa Israfil, fátir as-samáwaati wa al-árd, ‘aalim al-ghaibi wa ash-shahádah, anta tahkumu baina ‘ibaadika fima kanu fihi iujtalifun, íhdini lima 'jtulifa fihi min al-háqq bi idhnika, ínnaka tahdi man tasha’ ila sirátin mustaqím” (Dios nuestro, Señor de los arcángeles Gabriel, Miguel y Asrael, creador de los cielos y la Tierra, conocedor de lo oculto y de lo manifiesto, Tú juzgarás entre Tus servidores acerca de todos los asuntos en los que ellos difieren. Guíame a la verdad de aquello en que la gente difiere por Tu voluntad, por Tu guía, porque quien Tú quieres estará en el camino recto). 

El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) también solía decir: “Allahu ákbar, al-hámdu lilláh, La iláha íll-Allah, astaghfir Allaah, Allahúmma ghfir li, wahdini, warzaqni, wa ‘aafini” ( Dios nuestro, perdóname, guíame, concédeme la provisión y mantenme a salvo) 10 veces. Él también solía decir: “Allahúmma ínni ‘audhu bika min ad-daiq iaum al-hisab” (Dios nuestro, busco refugio Contigo de las dificultades del Día de la Resurrección), 10 veces, y también: “Allahu ákbar, Dhu’l-malakut wa al-jabarut wa al-kibríya’ wa al-‘azamah” (Dios es grandioso, poseedor de la soberanía, del poder, de la magnificencia y de la fuerza). 

Ver Sifat Salat al-Nabí, por al-Albani, pág. 94-95.

El Tarawih y la noche de la predestinación
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